Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación

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“Una educación para la paz, no discriminatoria y no sexista debe generar valores para el compartir y el actuar en colectivo”

Patricia Jaramillo es la coordinadora general para América Latina y el Caribe de la Red de Educación Popular entre Mujeres (REPEM). En entrevista a la CLADE, ella comenta los principales logros, desafíos y retos para la realización del derecho a la educación de las mujeres en nuestra región, y además comparte sus miradas respecto a los cambios necesarios para la construcción de una educación para la paz, que sea no sexista y anti-discriminatoria. Lea a continuación. 

15 de octubre de 2014

patricia

¿Qué papel juega la REPEM en la incidencia por la realización del derecho humano a la educación en América Latina y el Caribe? 

REPEM es una red que trabaja por el derecho a la educación, particularmente por la educación de mujeres de sectores populares, urbanos y rurales. Luchamos por la realización del derecho a la educación, como derecho básico para conseguir la exigibilidad y el respeto de todos los derechos humanos. En nuestra mirada, la educación constituye un derecho que se articula de manera integral con los derechos de todas las personas, sean ellas afrodescendientes, indígenas, campesinas, de sectores populares. En esta perspectiva, trabajamos en la educación y formación en temas que fortalecen el  conocimiento, la identidad, el ejercicio político de la identidad femenina y otros que se relacionan con el quehacer de las mujeres y la necesidad de transformar los referentes que ha creado la sociedad, en torno a la economía del cuidado, la cual nos ha sido asignada como un destino. En este contexto estamos mujeres y hombres en un solo trabajo, como estrategia clave para la incidencia en políticas públicas, para los procesos organizativos con docentes y la comunidad educativa en general. 

¿Cuáles son en tu mirada los principales desafíos para la realización del derecho a la educación de las mujeres de América Latina y el Caribe?

Son muchos los desafíos. Todavía son altos los índices de analfabetismo de las mujeres jóvenes y adultas, especialmente las que pertenecen a los sectores populares, tanto a nivel nacional, como regional y global. No hay mucho cubrimiento en términos de educación para las mujeres de los sectores populares, porque enfrentan diversas discriminaciones, como por ejemplo, el embarazo adolescente que tiene relación con el entorno cultural. Así, muchas veces la dificultad de acceder a la educación tiene condicionantes de tipo cultural y contextual, no tanto de oferta. Son dificultades relacionadas con la condición de clase, pues las condiciones económicas precarias llevan a las adolescentes y mujeres a salir al mercado de trabajo, lo que dificulta su acceso a la educación. Otro reto es la posibilidad de que las mujeres cuenten con educación a lo largo de toda la vida, que no sólo les garantice oportunidades de trabajo, sino que las forme como ciudadanas plenas, para ejercer sus derechos humanos. 

¿Por otro lado, cuáles han sido los principales avances y fortalezas en la concretización del derecho a la educación de las mujeres?

Hemos tenido diversos avances en la universalización del derecho a la educación y en el ingreso de las mujeres a la escuela, especialmente con las políticas más recientes de gratuidad implementadas por los gobiernos progresistas de nuestra región, como en el caso de Ecuador, Brasil, Uruguay y Bolivia. En la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, la educación básica es gratuita, y la gratuidad en la secundaria empieza a expandirse. Asimismo, la matrícula escolar femenina ha aumentado extensivamente, especialmente en las zonas urbanas. Se observa un incremento en el acceso a los establecimientos educativos para las niñas, adolescentes y jóvenes indígenas de 6 a 22 años. Sin embargo la asistencia escolar va disminuyendo cuando aumenta la edad, y se agudizan las desigualdades tanto por condición étnica como por género. Aun reconociendo una mejoría, las mismas no son suficientes para alcanzar porcentajes considerables de la asistencia escolar de la franja que va de los 12 a los 22 años. 

Actualmente se asume la educación como el derecho a educarse, pero no se hace un cuestionamiento sobre qué significa ese derecho para las mujeres. De otra parte, la principal fortaleza para la realización del derecho a la educación de las mujeres ha sido la posibilidad de agenciar en la escuela convencional, propuestas para el diseño y la implementación de una educación laica, no sexista, para toda la vida e integral. Otro avance ha sido la incidencia en el tema de la exigibilidad de una educación no sexista.

¿Ha avanzado la articulación de las mujeres de sectores populares en la región con miras a la participación en las políticas públicas y la defensa de sus derechos? 

Sí, hemos avanzado en la educación comunitaria y popular, así como en la formación colectiva de agendas para la incidencia en las políticas públicas. Se ha logrado fortalecer mucho, hasta el inicio de este siglo, el ejercicio pleno de los derechos de la ciudadanía y la posibilidad de promover los derechos de las mujeres, por ejemplo a la salud, educación, los derechos sexuales y reproductivos, etc. Sin embargo, en los últimos años, las acciones de la agenda política respecto a la mejoría de las condiciones de vida de las mujeres han sufrido un retroceso. Asimismo, las oportunidades laborales y las reglas del mercado les han impuesto a las mujeres condiciones complejas y obstáculos respecto a la posibilidad de realizar su derecho humano a la educación. Con esto, se tiene también limitantes para los avances en los procesos de articulación entre las organizaciones de mujeres y los movimientos feministas.

¿De qué formas se puede visibilizar la discriminación en las escuelas y centros educativos? ¿Podría darnos un ejemplo de acción exitosa?

Se está trabajando en la región para que las mujeres jóvenes y adultas tengan la oportunidad de acceder a las TICs (Tecnologías de Información y Comunicación) y manejarlas. Esto les ha generado una ampliación del acceso a la información a través del mundo virtual y una disminución de la discriminación en la medida que se aumenta la visibilidad de este tema y la difusión de formas de enfrentarlo en la Internet. La visibilización de la discriminación pasa por trabajar con las y los docentes una formación respecto al combate a la discriminación y a la formulación de nuevas propuestas educativas. Sin embargo, en general, las estructuras y los textos escolares son muy discriminadores. El lenguaje que se utiliza es excluyente, y hay muchas otras situaciones que están en la base de la discriminación. Por ejemplo, en Colombia, hay proyectos de formación de docentes para trabajar la igualdad de género en las escuelas, pero la inscripción para estas actividades es voluntaria. Lo que me parece interesante es que los gobiernos apuesten en políticas públicas amplias basadas en la inclusión, para que tengamos una educación no sexista, laica y no discriminatoria. Pero, esa perspectiva no está entre los temas centrales de la mayoría de las agendas de los gobiernos de nuestra región.  

¿Cómo sería una escuela verdaderamente no sexista y anti-discriminatoria?

Nuestro sueño es que pudiéramos desmontar las estructuras patriarcales de las escuelas, porque la realidad es que, la mayor parte de las y los docentes son mujeres, mientras los cargos directivos por general son desempeñados por hombres. Entonces, para que las relaciones de poder sean equitativas en la escuela, hay un gran desafío. La equidad en el ejercicio del poder y en la toma de decisiones en la escuela es algo fundamental, porque se refleja en la relación de las y los docentes con sus estudiantes. Asimismo, para tener una educación no sexista y no discriminatoria sería necesario que la comunidad tuviera participación activa en las discusiones sobre educación, y no que las madres y los padres solamente cumplan las obligaciones determinadas por las y los docentes. Lo ideal sería que tuviéramos una escuela donde se escucharan unas y unos a los otros y otras. La no discriminación tiene que ver con una infinidad de elementos, pero creo que sólo una escuela donde la diversidad étnica,  cultural, la identidad de género y la orientación sexual no sean motivo para el tratamiento distinto de ninguna persona, será una escuela verdaderamente anti-discriminatoria. 

¿Desde el punto de vista político pedagógico, qué se puede hacer para poner fin a todas las formas de discriminación en la educación, especialmente la discriminación de género?

Creo que un punto relevante es la realidad de las mujeres que, durante el tiempo de crianza de sus hijas e hijos, tienen reducidas sus oportunidades de formación. Esto es un obstáculo para la equidad y limita las posibilidades de conseguir niveles educativos tan altos como los de los varones. Por ello, creo que se debería fortalecer la construcción de políticas públicas de apoyo y acción afirmativa para las mujeres en edad reproductiva, que les permitan seguir sus estudios y tener una formación, mientras cuidan de sus hijos e hijas. 

¿Qué papel tiene a cumplir una educación para la paz, que genere pensamiento crítico, para la no discriminación?

Cada vez más la educación responde a la competitividad y no al enriquecimiento individual y colectivo de las personas. Una educación para la paz debe generar valores para el compartir y el actuar en colectivo, no para el actuar que se defiende en las mayoría de las escuelas hoy, en el que cada quien busca su éxito individual, sin importar el compartir. Con esta lógica, estamos generando sociedades cada vez más mezquinas, donde la discriminación aparece con mucha fuerza. Los derechos colectivos, como la paz y el respeto por la naturaleza, son más difíciles de alcanzar. El valor de la comunidad debe ser defendido como valor fundamental de comunión del saber. Una educación para la paz debe trabajar desde perspectivas más complejas para que cada quien comparta lo mejor que tiene con los demás, y todas y todos puedan crecer juntas/os, no sólo en términos de conocimiento formal, sino como personas en distintos sentidos. 

¿Ante el actual escenario de definición de las nuevas agendas post-2015, qué recomendaciones la REPEM haría, para la inclusión de la educación de personas jóvenes y adultas en los nuevos objetivos para el desarrollo mundial?

En el debate actual para el diseño de la agenda de educación post-2015, estamos buscando formas de posicionar la educación de personas jóvenes y adultas como el derecho a la educación formal y no formal, para toda la vida. Actualmente en los debates para la formulación de nuevos objetivos de EPT se está considerando solamente la educación formal, pero en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, la EPJA se realiza de manera no formal. Es así que, cuando consideramos el término “educación para toda la vida”, defendemos una educación que incluya a las personas jóvenes y adultas en el concepto de una educación permanente, y no orientada únicamente hacia al trabajo y a la obtención de oportunidades de ingreso. La educación para toda la vida que defendemos tiene que ver con una educación más holística para las personas jóvenes y adultas, y especialmente para las mujeres, que les proporcione la autonomía para ejercer sus derechos y la ciudadanía de manera plena.